La nutritiva sopa

Cuando todavía no se conocían los recipientes resistentes al fuego, los alimentos líquidos se ponían en un recipiente de madera o de barro una piedra candente. Algo hemos avanzado, las formas de cocinar son muy diversas pero, ¿cuántas son apropiadas para no desvirtuar el alimento?. Sin entrar en el tema de residuos tóxicos, limitándonos a los alimentos que proceden de una agricultura ecológica, ¿en cuántos platos las vitaminas y nutrientes se ha quedado por el camino?, ¿hay sustancias que nos protegen?, ¿por qué es interesante la sopa?



   Con el viento y el frío apetece "entonar" el ánimo con una sopa humeante. Ese calorcillo que baja por el pecho y sienta tan bien al estómago, de niños no lo echábamos en falta. Me viene a la memoria mi amiga, tan traviesa y divertida, que como Mafalda no soportaba la sopa..." y recitaba una estrofilla de la buena sopa que entre otras ventajas "engordaba y ponía la cara "colorada". Ahí fracasaba. La moda, ese mensaje subliminal de exaltar lo caro, exhibir el lujo y la pertenencia a un grupo selecto, era otra. Mientras en los años cuarenta se pasaba hambre, se vendió una imagen topolinea y curvilínea de la belleza; en los sesenta ya era otra cosa y ahora, cuando la vida sedentaria, los alimentos refinados y los azúcares sintéticos han abierto la puerta a la obesidad como fenómeno social, el lujo es la delgadez extrema.

  La sopa no engorda, nutre. El elevado porcentaje de niños obesos que tenemos también en Europa se debe a malos hábitos alimentarios, y se está estudiando la relación entre obesidad mórbida y los plaguicidas y otros contaminantes que afectan a las hormonas, por el elevado número de agricultores convencionales que la sufren. Otro factor es la masiva oferta de alimentos convencionales, envasados, a bajo precio, pero de bajo contenido en nutrientes y en sustancias y en sustancias que protegen nuestra salud. Se escatima en la comida para poder gastar en lo que se luce y aparenta, cuando lo alternativo y solidario es recordar y reivindicar que la salud se mantiene gracias a los alimentos, como nos enseñaba a su manera aquella dulce abuela.


Sopas perotas (típica de esta zona)

   Al cocinar, parte de las vitaminas se pierden, pero permanecen el el caldo, y ahí está el secreto de la sopa. En ella podemos agrupar además de las vitaminas otras diversas sustancias que nos protegen: el betacaroteno, los indispensables oligoelementos, los , los antiinflamatorios y antibióticos naturales, antioxidantes y una larga lista que hace cada vez más evidente las ventajas de diversificar. Cocinar los productos de temporada, nos evita rutinas y carencias y lleva hacia un equilibrio natural. La forma de cocinar hay que tenerla en cuenta. Si en verano podemos permitirnos cocinar menos porque el sol lo ha hecho por nosotros a ponerlo todo en sazón, en invierno cocinaremos en el fuego. Comparativamente es mejor cocinar con leña y en segundo lugar con gas, luego la electricidad y  la inducción, por ese orden, y nunca en el microondas, porque desvirtúa los alimentos.

   Los ingredientes empezarán por un coro de hortalizas y verduras todavía crujientes al lavarlas y trocearlas, sin largos remojos. Combinar con legumbres y cereales multiplicará aún más las variantes, e iremos aprendiendo a comer bien. Una receta excelente es rehogar las verduras previamente en un poco de aceite de oliva virgen ecológico de primera presión en frío, que nos limpia las arterias además de dar buen sabor. Y atrevernos con plantas silvestres y aromáticas (que también son medicinales) y con las especias, algo más que sabor y aroma, porque son protectoras usadas de forma habitual en pequeñas cantidades. La sopa no ha de ser recalentada ni mantenida horas en un termo. Ahora sí que puede comprenderse mejor aquella estrofa de la abuela que hoy diría así: "siete virtudes tiene la sopa/nunca es cara y sed da poca/hace dormir y digerir/siempre variada, nunca enfada/ y te pone cara de espabilada".

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